El conflicto armado en la Península de Corea y la escasez de capitales debido a la reconstrucción europea luego de la Segunda Guerra Mundial, dieron la bienvenida a los años cincuenta en el mundo; mientras, en Chile, el fin de la hegemonía de los gobiernos radicales y el resurgimiento del populismo con la elección de Carlos Ibáñez del Campo a la presidencia de la república en 1952, daban inicio a una década en la que el desprestigio de los partidos políticos y las crecientes demandas sociales -imposibles de satisfacer desde el Estado- se expresaban en huelgas y en la primera toma de terreno en Santiago, marcando el fracaso del modelo económico de sustitución de importaciones. Algunos hechos que dieron cuenta de este escenario fueron:
 

• El aumento de la deuda externa
• La devaluación de la moneda
• Una inflación de 86% en 1955
• El cobre representó un 60% de las exportaciones
• Un crecimiento del producto geográfico bruto de 3,3% (1950-1960)
• Baja en el precio del cobre por la Guerra de Corea
   

A pesar de las condiciones poco favorables para la economía, hubo iniciativas en el ámbito industrial ligadas a la Corporación de Fomento (CORFO) que fueron elocuentes: se creó la Compañía de Aceros del Pacífico (CAP), la Empresa Nacional de Petróleo (ENAP) y la Industria Azucarera Nacional (IANSA); en el área habitacional nace la Corporación de Vivienda (CORVI) y, por último, en el área financiera se crea el Banco del Estado. En 1958, Jorge Alessandri Rodríguez fue electo presidente de la república, un independiente de derecha, apoyado por los partidos Liberal y Conservador, que asumió acompañado de gran expectativa por parte de los sectores empresariales y financieros. Su período fue conocido como “la revolución de los gerentes” por su marcado carácter tecnócrata, y su programa tuvo por objetivo el desarrollo de la empresa privada y el orden en las finanzas públicas, iniciando una política de austeridad, eliminando las barreras al comercio exterior, liberalizando los precios y suspendiendo la inversión directa del Estado en la economía, medidas que comenzaron a dar frutos hasta que la naturaleza telúrica de Chile dijo lo contrario con el terremoto de Valdivia de 1960. Con casi un tercio de la nación en ruinas e incluso con un cambio en la geografía del territorio, el esfuerzo humano y económico se centró en levantar al país de uno de los terremotos más violentos registrados en la historia mundial. Para dimensionar la magnitud del drama, se informó de más de dos millones de damnificados en un país que entonces contaba con 7.374.115 habitantes.

Viviendas destruidas en Valdivia tras el terremoto de 1960

La recién fundada Cámara Chilena de la Construcción desempeñó durante esta década una activa labor social y también asesoró a las autoridades en materias legislativas relacionadas con el gremio. Entre sus objetivos hay un énfasis especial en “fomentar el desarrollo de relaciones armónicas entre las partes que intervienen en la construcción” y también en “propender al perfeccionamiento educacional, cultural y profesional de los trabajadores de la construcción, a su bienestar económico y al mejoramiento de sus relaciones con los empresarios”. Tanto es así que una de sus primeras obras fue la creación de un fondo que pagaba un beneficio de tipo voluntario en favor de las familias de sus obreros, lo que posteriormente dio origen a la ley de Asignación Familiar para todos los trabajadores del país. Paralelamente, en 1953 se creó la Caja de  Qué es la CChC Compensación Los Andes, cuyo capital inicial fue aporte de los socios Luis Neut Latour, Sergio Silva Bascuñán y Raúl Valdivieso Delaunay, quienes nunca hubieran podido imaginar que casi setenta años después, dicha corporación tendría 4.113.372 personas y 566.666 empresas afiliadas. El ánimo inspirador que se vivió en sus primeros años queda de manifiesto en un documento de 1954,  en el que se explicaba qué era la Cámara Chilena de la Construcción, señalando: 

“Humanamente, un conjunto de hombres que se aúnan para hacer verdad el lema “Construir más y construir mejor” porque saben cómo hacerlo;

• Dan techo a quienes no lo tienen.
• Mejoran sus condiciones de vida.
• Impulsan el desarrollo de otras industrias.
• Abren caminos al progreso y a la comunicación.
• Incorporan al país a nuestro tiempo y nuestro mundo”.

El aporte realizado en materias propias del gremio fue valioso y trascendente desde sus inicios; a lo que posteriormente fue la ley de Asignación Familiar, se suma una de las leyes fundamentales en el desarrollo de la vivienda privada en Chile, la ley DFL N°2 de 1959 -que aún se encuentra vigente y que ha permitido a gran parte de la clase media chilena construir o adquirir su vivienda- que tuvo su origen en las oficinas de la Cámara. Asimismo, su compromiso con el país quedó de manifiesto luego del terremoto de Valdivia de 1960, con la realización, a solicitud de las autoridades, de un rápido catastro del estado de la infraestructura y la vivienda de la zona afectada. Paralelamente, la asociación gremial decidió poner a disposición del gobierno su experiencia, su trabajo y las maquinarias que se requirieran para la reconstrucción.