Los locos años 20

14 / 03 / 20
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Los locos años 20 se denomina a un periodo de prosperidad económica post primera guerra mundial que inició en Estados Unidos en 1922. Esta bonanza benefició a toda la sociedad e hizo que la economía crezca a un ritmo que no se había registrado antes. La euforia y el optimismo inundaron el ambiente. Fue entonces cuando se popularizó el uso de los teléfonos, los autos de marca Ford, los electrodomésticos y otros insumos que inauguraron la vida de confort y la compra en cuotas. Esta era, de la producción en serie, acabó abruptamente el jueves 24 de octubre de 1929 con el desplome de la bolsa de Nueva York, evidenciando, una vez más, que la fiesta por buena que sea, acaba y hay que pagar la cuenta.

Nuestra actual década de los 20 ha tenido un inicio bastante agitado también. En los últimos meses, el mundo ha experimentado los vaivenes de la guerra económica entre China y Estados Unidos, y hace algunos días el conflicto petrolero entre Rusia y Arabia Saudita agregó aún más incertidumbre en los agentes de inversión. Los oscilantes números mantienen a los economistas ajustando diariamente sus proyecciones.

Adicionalmente, el brote del virus Covid 19 originado en Wuhan, China, que en tres meses se transformó en pandemia gracias al transporte aéreo que día a día mantiene a más de doce millones de personas volando por el mundo; ha hecho que los países tomen medidas de protección, llegando incluso al cierre de fronteras. Como consecuencia se frenó el comercio y los índices bursátiles lo reflejan cayendo en picada.

En nuestro país, si bien es cierto, se espera que la gripe escale en invierno, igualmente se cancelan eventos, anticipando reacciones en cadena que significarán un freno de actividad. Este panorama mundial nos pilla en medio de una situación interna, inédita. Los hechos que comenzaron el 18 de octubre, lejos de impulsar discusiones en torno a resolver legítimos problemas sociales, nos tienen sumidos en dos bandos irreconciliables. La violencia, que en unos inicios propiciaban unos pocos, hoy es el único lenguaje imperante. Y ya lo sabemos, la violencia solo engendra más violencia. Debe acabar ahora mismo. Lo fácil es atrincherarse, creerse dueño de la verdad y maldecir a quien opina distinto. Lo necesario es bajar el volumen, escuchar al otro y en conjunto avanzar.

El llamado es a la responsabilidad. Estamos a tiempo de no seguir alimentando un fuego que tarde o temprano puede alcanzarnos. La paz y el diálogo deben establecerse ahora ya.