El día después

20 / 07 / 19
Alicia_Vesperinas_-_Opinion.JPG Alicia_Vesperinas_-_Opinion.JPG

Por Alicia Vesperinas

Presidente CChC Osorno

Publicada el 20 de julio en el Diario Austral Osorno

Escribo estas líneas cuando Osorno inicia el noveno día sin suministro de agua potable. Es una crisis sin precedentes cuyas consecuencias solo podrán ser evaluadas cuando retorne la normalidad. Son muchos los afectados, no por nada se le conoce como el vital elemento.

Si bien la resiliencia es la capacidad de las personas para adaptarse y superar circunstancias difíciles en sus vidas, este término también es extensible al urbanismo. De este modo, las ciudades resilientes son aquellas que están preparadas para el cambio y cuentan con medidas adecuadas para recuperarse de alguna crisis con el fin de aprender de ella y evitar que se repita.

Cabe entonces preguntarse, ¿estamos preparados para enfrentar grandes emergencias? Chile, como todos los países miembros de la ONU, adoptó en 2015 el Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres (2015-2030), documento que establece cuatro prioridades concretas para la acción: comprender el riesgo de los distintos desastres, fortalecer la gobernanza para una mejor gestión, invertir en la reducción de riesgos para una mayor resiliencia y aumentar la preparación frente a desastres para responder mejor a ellos y para una mejor recuperación, rehabilitación y reconstrucción.

A la luz de los recientes hechos, queda en evidencia que aún nos falta mucho. De este hecho debemos sacar lecciones. Desde el diseño de los recursos estratégicos, hasta la forma de administrarlos. Lo sucedido con el agua aplica también a la energía eléctrica, a las telecomunicaciones, a las redes de gas, y también a la infraestructura. No olvidemos que hace un año se desplomó un puente con trágicas consecuencias y transcurrieron largos siete meses para habilitar uno provisorio y del tema no se habló más.

Además de las amenazas naturales como terremotos, aluviones, erupciones volcánicas, inundaciones, sequías, se suman las ocasionadas por el hombre como incendios, explosiones, atentados y ciberataques. Cada una requiere de protocolos distintos y respuestas anticipadas para no perder tiempo vital.

Por eso el día después será clave. Cuando pase la rabia y retorne la normalidad ¿volveremos cada uno a nuestras rutinas o revisaremos y corregiremos lo que haga falta? De eso dependerá todo. Que esta emergencia nos sirva para mejorar es ahora el desafío.